5:30 | Autor Iglesia Hogar


La miseria, el hacinamiento, frenan el desarrollo espiritual de las personas.



La Iglesia no opta por los pobres por una razón política, sino porque necesita elevar material y educacionalmente a las personas para que, dotadas de ese mínimo que todas necesitan, puedan acceder a mayores inquietudes y a las grandes verdades.

Para hablarles de Dios y para que se entusiasmen por las cosas de Dios, primero tengo que educar y que sobre todo coman todos los días.

El mundo ya no se acuerda de que los primeros que se dedicaron a enseñar a leer y escribir a la gente humilde fueron las ordenes religiosas.

Antes solamente accedían a la enseñanza los reyes, la nobleza, es decir, unos pocos.

El mundo progresó cuando el saber leer y escribir se hizo popular y esa obra se hizo desde la Iglesia. Empezó desde la Iglesia.

Por eso, la Iglesia de hoy como la de antes pone a los pobres en el primer lugar de su atención.

La Iglesia converge con el humanismo, cuando lucha para que las condiciones menos humanas pasen a condiciones más humanas.

En el mundo de hoy y en el de siempre hay demasiados tipos de pobreza, demasiados tipos de tristeza, infinidad de dolores, infinidad de enfermedades físicas y espirituales, muchos tipos de dolor, muchos tipos de sufrimientos físicos y del alma. Todo eso de alguna manera hiere a la humanidad, nos hiere a todos.

En vida de Juan Pablo II hizo un viaje por Francia y les preguntaba a los jóvenes de aquel país, ¿donde había quedado su bautismo?. ¿Donde estaba el compromiso de su bautismo?

Así como se lo preguntó a la juventud francesa, también nos lo podemos preguntar nosotros en el día de hoy.

En ese viaje rescató la figura de San Martín de Tours y remarcó aquel gesto que lo engrandeció como ser humano: cuando el santo dividió su capa para que un mendigo atenuara su frío. - Cuanta necesidad hay-

Aquel gesto debería ser continuamente imitado, porque de nada sirve recordarlo si ello no nos motiva a imitarlo.

Todos podemos en alguna medida dividir nuestro capa. En el mundo de hoy no hay capas, pero sí abrigos, camperas, pullovers y demás prendas de abrigo. Debemos mirar a nuestro alrededor y ver cuanto frío impera. Cuanta necesidad hay.

San Martín de Tours, que justo es el patrón de nuestra ciudad de Buenos Aires, nos invita a todos a imitarlo. -¿Como?-. Muy sencillo, mira -como está tu placard-

Cuando yo tengo cosas colgadas en mi placard y no las uso, y pasa un año y nos las uso y pasa otro y no las uso, soy un vulgar ladrón.

Nunca había sentido que yo pudiera robar algo a nadie hasta que me hicieron ver que cuando hay algo en mi casa que no uso, le estoy robando al que si lo necesita.

Creo que por más que la vida nos apriete si miramos bien dentro de nuestro placard, algo encontraremos que está durmiendo hace mucho tiempo. Además ganaremos espacio y nos ganaremos el premio gordo del 100x1 evangélico.

El Dios de los cristianos no quiere ser amado, quiere ser lo único amado.

Y este único amor al Dios que nos creó nos exige que abramos nuestro placard y miremos a nuestro alrededor y volquemos nuestro amor a ese amor único que nos exige Dios, que siempre tiene el rostro del necesitado.

Así nos lo explicaba muy bien Jesús: cuando tu le haces algo a alguien que necesita, a mí me lo estas haciendo. Ya lo sabes, ¡abriendo el placard! que seguro que encontrarás algo que estorba, que a ti ya no te sirve y harás un gran bien.



Salvador Casadevall, salvadorcasadevall@yahoo.com.ar

REFLEXIONES DESDE LA FAMILIA, para acompañar a vivir

Premio MAGNIFICAT 2005 Mencion especial rubro: Adultos mayores

Premio GAVIOTA DE ORO 2005 Nominados rubros: Religioso y Para la mujer

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