4:15 | Autor Iglesia Hogar

SENILLOSA “CIUDAD PRO-VIDA” NEUQUÉN: POCO RUIDO Y MUCHAS NUECES

Un nuevo logro del Movimiento por la Vida de Neuquén, que nuclea, mayormente, a católicos y evangélicos. Un movimiento ejemplar, que con gran constancia ha obtenido buenos resultados. Los neuquinos son de "poco ruido y muchas nueces".

Ayer la Ciudad de Senillosa fue declarada por su Concejo Deliberante como “Ciudad PRO-VIDA”, un ejemplo que va a replicarse rápidamente en otras ciudades patagónicas. El despacho de Comisión aprobado ayer lleva las firmas de: Blanca Lucia BUTRON y Beatriz AMESTOY, Presidente y Secretaria respectivamente de la Comisión “A” ( Parlamentaria y Competencia) y la de los concejales: Javier YANTEN, Miguel PERALTA y Mario ZARATE.

Para ver el texto de la Declaración ingrese en:

http://www.notivida.org/legmunicipal/SenillosaCiudadProVida.html

Felicitaciones neuquinos!

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NOTIVIDA, Año XI, Nº 752, 18 de marzo de 2011

Editores: Lic. Mónica del Río y Pbro. Dr. Juan C. Sanahuja

Página web: http://www.notivida.org

11:10 | Autor Iglesia Hogar

En su reflexión de esta semana en el programa “Claves para un Mundo Mejor” Mons. Héctor Aguer, Arzobispo de La Plata, recordó que el Episcopado Argentino declaró este Año 2011 como el Año de la Vida y que el pensamiento cristiano exige exponer la verdad y también identificar y refutar los errores. “No solamente debemos proclamar el valor de la vida sino que también debemos señalar los peligros que la acechan y los delitos que pueden cometerse contra ella”.

“Algunos piensan que deberíamos buscar otros modos de comunicar que sean más simpáticos; menos chocantes, presuntamente más positivos”.

“Ante una situación tan grave se requiere más que nunca el valor de mirar de frente a la verdad y de llamar a las cosas por su nombre” (.) “¡Llamar a las cosas por su nombre!”, con el lenguaje del Evangelio. “Cuando es sí, decir sí, y cuando es no, decir no”.

“Así nos enseñó Jesús”, concluyó. “Así ha procedido la Iglesia siempre, sobre todo respecto de esas realidades fundamentales, como los valores no negociables que enumeró Benedicto XVI, el primero de los cuales es el respeto y la defensa de la vida humana desde su concepción hasta su fin natural. Podemos decir que la verdad natural y cristiana sobre la vida es como un vino exquisito y no hay que rebajarlo con soda…”

A continuación el texto completo de la alocución televisiva:

La Conferencia Episcopal Argentina ha señalado el año 2011 como “Año de la Vida”, es decir un periodo particularmente dedicado a profundizar en nuestra conciencia acerca de la dignidad y el valor de la vida humana en toda circunstancia desde la concepción hasta la muerte natural.

Esto significa que no solamente debemos proclamar el valor de la vida sino que también debemos señalar los peligros que la acechan y los delitos que pueden cometerse contra ella.

Es una tradición del pensamiento cristiano que no solamente hay que exponer la verdad también hay que identificar y refutar los errores. Por eso hablando de la vida tenemos que pensar también como se ha ido eclipsando el sentido auténtico de la vida humana.

Lo ha señalado nuevamente el Papa Benedicto XVI, el 26 de febrero pasado, en un discurso a la Asamblea Plenaria de la Pontificia Academia de la Vida.

Es necesario, entonces, tener una clara conciencia de lo que significa el aborto, la eutanasia, la desnutrición infantil, la miseria en la que se ven hundidas tantas familias, las condiciones serviles de trabajo, el abandono y la angustia de la mujer embarazada que ha quedado sola, y tantas otras circunstancias terribles que amenazan la vida o vulneran la dignidad de la persona humana.

Hoy quisiera decirles algo acerca del aborto porque pareciera que no es “políticamente correcto” usar este nombre y señalar la gravedad de su malicia. Algunos piensan que deberíamos buscar otros modos de comunicar que sean más simpáticos; menos chocantes, presuntamente más positivos.

Por eso, me parece oportuno recordar lo que el Magisterio de la Iglesia enseña constantemente, y citar un pasaje de la Encíclica “El Evangelio de la Vida”, que Juan Pablo II publicó en 1995. Van a cumplirse 16 años el próximo 25 de marzo, solemnidad de la Encarnación del Señor y “Día del Niño por nacer”.

Dice el texto: “Entre todos los delitos que el hombre puede cometer contra la vida el aborto procurado presenta características que lo hacen particularmente grave e ignominioso. El Concilio Vaticano II lo define junto con el infanticidio como crímenes nefandos.

Hoy, sin embargo –sigue diciendo Juan Pablo II-, la percepción de su gravedad se ha ido debilitando progresivamente en la conciencia de muchos. La aceptación del aborto en la mentalidad, en las costumbres y en la misma ley es señal evidente de una peligrosísima crisis del sentido moral que es cada vez más incapaz de distinguir entre el bien y el mal, incluso cuando está en juego el derecho fundamental a la vida.

Ante una situación tan grave se requiere más que nunca el valor de mirar de frente a la verdad y de llamar a las cosas por su nombre sin ceder a compromisos de conveniencia o a la tentación de autoengaño. A este propósito resuena categórico el reproche del Profeta: “ay los que llaman al mal bien y al bien mal, que dan oscuridad por luz y luz por oscuridad!”.

Precisamente en el caso del aborto se percibe la difusión de una terminología ambigua como la de “interrupción del embarazo” que tiende a ocultar su verdadera naturaleza y a atenuar su gravedad en la opinión pública. Quizás este mismo fenómeno lingüístico sea síntoma de un malestar de las conciencias pero ninguna palabra puede cambiar la realidad de las cosas. El aborto procurado es la eliminación deliberada y directa, como quiera que se realice, de un ser humano en la fase inicial de su existencia, que va de la concepción al nacimiento (Evangelium Vital, 58).

¡Llamar a las cosas por su nombre!, dice el Papa. Es el lenguaje del Evangelio. Cuando es sí, decir sí, y cuando es no, decir no.

Así nos enseñó Jesús. Así ha procedido la Iglesia siempre, sobre todo respecto de esas realidades fundamentales, como los valores no negociables que enumeró Benedicto XVI, el primero de los cuales es el respeto y la defensa de la vida humana desde su concepción hasta su fin natural. Podemos decir que la verdad natural y cristiana sobre la vida es como un vino exquisito y no hay que rebajarlo con soda…

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NOTIVIDA, Año XI, Nº 750, 5 de marzo de 2011

Editores: Lic. Mónica del Río y Pbro. Dr. Juan C. Sanahuja

Página web: http://www.notivida.org

Email: notivida@notivida.com.ar

13:47 | Autor Iglesia Hogar

El VI Plenario Anual de Jóvenes Abogados de la Federación Argentina de Colegios de Abogados realizado en San Juan con el tema "La desincriminación del aborto en la Argentina", rechazó la despenalización del aborto y manifestó su defensa del derecho a la vida del no nacido.

Advirtió que “los proyectos presentados en el Congreso de la Nación omiten una parte importante: la persona por nacer es un ser humano que no puede defenderse, quitándole a través del aborto el derecho a la vida”, y rechazó “los proyectos que propicien la despenalización del aborto, entendiendo que ninguna causa puede legitimar de manera alguna la muerte directamente provocada de una persona, supuesto que siempre debe ser repudiado por el ordenamiento jurídico y sancionado por este como una conducta criminal”.

3:12 | Autor Iglesia Hogar
Por los escritos del Nuevo Testamento, “y por documentos extra bíblicos incluso de autores paganos, conocemos las persecuciones sufridas desde el comienzo de la difusión del cristianismo. Algunas muy cruentas. La de Nerón, en el siglo I, es su prototipo”, pero hay que distinguir “entre la persecución que un cristiano sufre por un crimen y la que sufre por ser cristiano”. Así lo afirmó monseñor Carmelo Juan Giaquinta, arzobispo emérito de Resistencia, en su reflexión del fin de semana basada en el Sermón de la Montaña, que “abre con el enunciado de las bienaventuranzas, uno de los pasajes evangélicos más característicos, pues rompe toda lógica humana al llamar ‘felices’ a seres que de ordinario causan lástima”.

El prelado destacó la importancia que dicha distinción tiene en la actualidad, ya que por un lado, “la ‘cristianofobia’ creciente, denunciada por Benedicto XVI, nos dice que los cristianos hemos de prepararnos a sufrir persecución cada día más dura. Ya sea cruenta, como sucede hoy en Oriente por parte de grupos fanáticos islámicos. O no cruenta, en Occidente, pero no menos terrible, por parte de un laicismo militante, que pretende destruir todo signo público referido al cristianismo, e incluso privar al cristiano de vivir en la vida civil conforme a su fe, negándole incluso el derecho a la objeción de conciencia. Sin embargo, nunca podremos tildar como persecución la sanción judicial por las fechorías que cometamos. Éstas deben ser sancionadas por la autoridad civil”.

En ese sentido advirtió que no hay “nada más ajeno a un cristiano que disfrazar la iniquidad con el manto de la fe”. Y concluyó con una cita del Apóstol San Pablo: “Tú, que hablas contra el robo, también robas. Tú que condenas el adulterio, también lo cometes. Tú, que aborreces los ídolos, saqueas sus templos. Tú que te glorías en la Ley, deshonras a Dios violando la Ley”. La consecuencia de ello era muy triste: “Por culpa de ustedes, el nombre de Dios es blasfemado entre las naciones”.


Buenos Aires, 31 Ene. 11 (AICA)